Tomado de “Iguala la Trigarante” de la profesora Catalina Pastrana.
En años anteriores, cuando había sequías, los lugareños pedían permiso a la iglesia para sacar a Padre Jesús a pasear al campo, lo cual, según indica la costumbre y la tradición, hacia que lloviera.
Se cuenta que en una ocasión, al sacar a la venerada imagen al campo, hubo una lluvia torrencial, y un viento que chiflaba al compás de la lluvia, es decir, una fuertísima tormenta.
Al día siguiente de esta tormenta, don Lucio y Don Teofilo se presentaron a la iglesia y solicitaron permiso para sacar a la Virgencita de Guadalupe, la madre de dios.
– ¡Pero cómo!, ¿Más lluvia?, les preguntó el padre molesto.
– ¡No padre! queremos que la virgen vea todas las chingaderas que hizo su hijo.